Queridos amigos, el tema de hoy es “Los hijos frente a la ruptura de pareja” y va dedicado para Xavier, Enid, Joel y Esther, quienes esperan este post.
He recibido muchísimos pedidos sobre este tema. Me resulta imposible contestar todos los casos específicamente vía mi fan page y correos, pero en este post intentaré resolver todas las consultas con los casos que me han expuesto.
Cuando una pareja tiene hijos (o) y son casados o convivientes y las cosas no funcionan como se espera por incompatibilidad completa en la comunicación, conflictos reiterativos, problemas emocionales severos no tratados de una de las partes o los dos, ausencia total del sentimientos afectivo en uno de los dos o en ambos, etc, se hace muy difícil ocultarlo a los hijos.
Por otro lado, del nivel de madurez emocional de cada miembro de la aún pareja dependerá como proceder ante los hijos. Y si uno de los dos desea dar por terminada la relación definitivamente o ambos, lo ideal sería que como padres llegaran a un acuerdo saludable por el bien de los menores.
Sin embargo, precisamente llegar a este equilibrio parece imposible para millones de personas. Veamos los siguientes ejemplos reales todos:
– Enid está casada hace 8 años, pero al descubrir una infidelidad de su esposo, esta decidió dar por terminado su matrimonio. Su esposo le echa la culpa de su alejamiento por su mal carácter, rigidez de pensamiento y celos enfermizos. Enid manifiesta que él la ha engañado siempre y no puede ni quiere perdonarlo, siente que no lo ama más y quiere divorciarse.
Su esposo no acepta la separación y las discusiones suben de tono cada día porque ella lo echa de casa y él manifiesta que el departamento es de ambos y no se irá por su hija, que no la dejará sola con ella y menos está dispuesto a dejar de verla. La criatura tiene 7 años y no sabe lo que su padre ha hecho y este se encarga de decirle a la niña que su madre quiere dejarlos, es decir, hace que la niña tome rencor contra su madre, daña su mente con mentiras sobre su madre y se hace el enfermo todo el tiempo. La criatura siente angustia por las peleas constantes, hay días en que cree que su mamá es mala y otros escucha decir a su familia materna que su padre es mentiroso y culpable de todo.
Para vengarse de la decisión de su esposa, este hombre deja de dar el dinero para la niña con pretextos de deudas, le pone todas las trabas a su aún esposa para que ella logre liberarse de él. Hoy ella ha conseguido pruebas de la infidelidad de su esposo y sigue un proceso de divorcio por causal, él jamás se lo dará de mutuo acuerdo considera esta. Ella se ha ido del departamento a casa de sus padres con su hija, él le pide oportunidades y como ella no accede a nada, este insiste en castigarla con el dinero, sacrificando a su hija y manipulando.
– Xavier tuvo una relación de solo un año con una mujer que conoció en el trabajo y pese a tener diversos conflictos desde el principio, ella salió embarazada y se sintió presionado a casarse con ella. Su esposa viene de una familia donde siempre la han consentida, es irritable, intolerante, conflictiva y además muy pegada al estilo de vida superficial. Al casarse se da cuenta que jamás llega a ningún acuerdo con ella, es dejada en todos los sentidos y si intenta comunicarse, ella solo sabe gritar más alto y echarle la culpa de todo. La familia de ella la apoya económicamente y a voz en cuello le grita que él pone una miseria en casa (ella tiene su sueldo y lo que su padre le da mensual como si fuese un sueldo extra).
– Tienen un niño de 10 años ya, ella tiene cero paciencia con el niño, prefiere que la nana la ayude en todo y en sus estados de irritabilidad le grita, ha llegado a jalarle los cabellos al menor y abofetearlo y la nana se lo ha contado a Xavier, quien desesperado, buscó ayuda profesional para su esposa y solo cuando él la amenaza con dejarla ella decide acudir con él. Le detectan ansiedad generalizada, niveles elevados de impulsividad y apego a las compras compulsivas, le señalan además llevar tratamiento psiquiátrico, pero ella rechaza tajantemente la idea, le echa la culpa nuevamente a él. Y tras nuevas peleas por varios meses más, Xavier siente ahogarse y decide irse de casa, con el inmenso dolor y temor de dejar a su hijo con ella.
Su hijo le dice que no soporta a su madre y quiere irse con él, pero ella se opone y hoy, él está en la penosa labor de presentar pruebas sobre el maltrato psicológico que recibe su hijo. Ella lo acusa de mal padre, mal esposo y lo odia, le habla pésimo a su hijo de él. Él ha intentado muchas veces explicarle que no se soportan, pero ella dice que ha roto el matrimonio, le ha destruido la vida y es el culpable de los daños emocionales de su hijo, pero en terapias el niño ha contado que su madre solo sabe ser irritable y le teme, le habla mal de su padre.
Este par de ejemplos grafican muchos de los comunes problemas que tienen parejas que se llevan mal, donde existe en algunos casos convivencia por apariencia y separaciones cuando los niveles de violencia han crecido en todo sentido. Y como vemos, si los padres del hijo o hijos no manejan sus emociones, no poseen niveles de inteligencia y operan por rencor, venganza o interés económico, cometerán errores garrafales que solo dañan más a los menores.
Considero que es importante luchar por un matrimonio hasta donde es coherente y justo, pero si existe incompatibilidad completa, extinción del sentimiento por completo y las discusiones van y vienen, los hijos no solo no deben ver tales situaciones y será imposible que así sea si se mantiene una relación por presiones, prejuicios, intereses económicos.
Y si una de las partes es la que eleva los conflictos, será quien use a su hijo como escudo, como bando para acusar, usar y molestar a la pareja. La consigna es hacerle la vida imposible si le indican que existirá ruptura o si pese a mantenerse el matrimonio, la pareja manifiesta su total molestia siempre.
El error garrafal radica en la bajeza de una de las partes o ambos cuando se decide hablarle a los hijos (o) mal de su padre o madre. Y en otros casos, se usa a la criatura de mensajero para manipular y trasladarle a la criatura los rencores de quien en este caso es el o la conflictiva en el matrimonio.
Por otro lado, si uno de los miembros de la pareja o los dos poseen problemas de salud mental y no son tratados con humildad y constancia, la relación siempre será un infierno. Y si bien es correcto apoyar a la pareja si esta prueba de fe ocurre, si esta no pone de su parte o resulta además que sus valores y compromiso emocional es nulo o la incompatibilidad es alta, queda asumir que un hogar no se sostiene donde uno de los dos se siente siempre infeliz y con una carga a cuestas, eso es masoquismo y decidir dejar de lado el regalo del cielo para crecer en todos los sentidos. El amor es un compromiso de dos, no un sacrificio absurdo de uno solo.
Hace algunos años pude escuchar un testimonio que me conmovió muchísimo. Suelo llegar con mucho tiempo de anticipación a mi cátedra para leer noticias y preparar mis materiales de trabajo. De pronto, una alumna de 25 años ingresó, me saludó amablemente y se me acercó, me comenzó a contar sus problemas familiares, me decía “Profesora siempre leo su blog y muchas cosas que pone son las que vivo y por favor cuente lo que a mí me ha pasado. Desde que recuerdo mis padres han vivido en guerra, mi mamá odia a mi papá y mi papá prefiere viajar más tiempo por su trabajo. Y hoy por fin se han separado, mis hermanos y yo se lo rogamos a mi padre y ahora por fin no hay guerra en casa, yo me iré con mi papá en un mes y mi hermana quiere quedarse con mi mamá porque son igual de histéricas las dos”.
La escuché con atención, le aconsejé algunas cosas, como comprensión sin juzgar a su madre, tolerancia y bondad para decir las cosas, entre otras. Mi alumna no pudo contenerse, me abrazó llorosa y me dijo que lloraba porque por fin tenía paz y porque hacía mucho tiempo quería contarme sus problemas, pero no me encontraba sola en aula o me veía ocupada con sus compañeros.
Pasó el tiempo y la madre de esta ex alumna me buscó para consultas de coach emocional. Intenté ayudarla y hoy la señora no solo ya dejó de ser agresiva con sus hijas, ha dado un vuelco a su vida y se le ve feliz, se ha dado cuenta que nunca tuvo empatía con su ex esposo, que lo odiaba por sentir que nunca la quiso, ella salió embarazada cuando tenían meses de casados y por entonces ya habían hablado de separarse, pero quiso retenerlo. Hoy esta señora ha dejado de pelear con su ex esposo, no son amigos, pero al menos ya coordinan temas de sus hijas con decoro y sin deseos de venganza, hay sensatez, respeto y sobre todo, han pedido perdón a sus hijas.
En miles de parejas donde el conflicto continúa entre padres, los niños tienen mal rendimiento escolar, duermen mal o se enfrascan en apego al video juego, internet y ocio inútil en general. Y si la madre o el padre es irritable, las criaturas suelen desarrollar timidez, introversión elevada, agresividad.
Y hace muy poco un niño de diez años me decía: “Me molesta salir con mi mamá, solo mandonea, grita todo el tiempo, todo me lo exige perfecto, ella se cree perfecta y nunca puedo conversar con ella y quiero vivir con mis abuelos que son mis papas para mi, pero ella no nos deja, mis hermanos y yo estamos hartos de mi mamá”.
Por tanto siempre recomendaré no imaginar que los niños son tontos, se dan cuenta de todo. No mentirles jamás ni hablarles mal de la pareja en lo absoluto. Y si la relación se ha roto, un hijo merece la verdad con respeto, claridad.
Si son padres les recomiendo leer el estupendo libro del filósofo y educador español Gregorio Luri, titulado “Mejor educados”. En esta obra que salió a la venta el año pasado, el además docente e investigador expone a los padres la importancia de educar a sus hijos desde el conocimiento de la frustración, es decir, evitar venderles la idea de que la vida es todo color de rosa, perfecta y de que irán por la vida sin ser dañados o pasar problemas.
En tal sentido, explica además la importancia de la comunicación honesta, clara y con valores a los menores, los acuerdos con la pareja que siga unida o esté separada, divorciada. Y algo que me parece esencial, es como resulta de valioso el tiempo de calidad que cada progenitor pasa con sus hijos en actividades importantes para su intelecto y su interior: Ir a museos, exposiciones, mostrarles áreas o lugares para hacer labor social, enseñarles a orar, hacer trámites para ser más independientes, etc. Pero hoy, lamentablemente muchos padres permiten que sus hijos sean hijos de las tablets y los video juegos.
Y si una pareja ha cortado la relación, el rol de ambos continúa y debe cada quien aprender con humildad de la experiencia si cargar al hijo de sus frustraciones no resueltas, como su temor a la soledad, falta de constancia laboral, estancamiento, dependencia económica y afectiva, etc. Y si bien nadie nació sabiendo cómo ser progenitor, considero que hay gente que jamás podrá ejercer el rol de la mejor manera sino se esfuerza por mejorar emocionalmente.
Es común que los familiares de ambas parejas busquen intervenir y que por miedo, prejuicios y presiones económicas, algunos de estos se metan en las decisiones de la pareja con consejos basados desde sus posiciones, sin conocer ni vivir lo que viven los padres de la criatura. Y es menester del hombre maduro mirarse con humildad y notar como vive dentro de un hogar donde solo existe pelea.
Un matrimonio, el qué dirán, propiedades, venganzas, miedos, odio, no son motivo para vivir peleando sin sentido y las peores relaciones son aquellas donde se disfrazan los sentimientos, donde se actúa todo el tiempo, se finge, se calla y se soporta, porque los hijos leen el ambiente, viven en total tensión y al crecer, necesitan paz para aprender con constancia, concentrarse en formarse emocionalmente y sobre todo, no sentirse parte de decisiones que no les corresponde.
Y he visto muchas personas llorar cuando sus ex parejas han sido capaces de poner a sus hijos en su contra y ser demandados con un juez desinformado y en contra. Toca entonces defender la dignidad, lo correcto, lo justo y darse su lugar, porque tampoco es sano que un padre o madre se deje maltratar por su ex pareja y que su hijo (a) lo vea porque cultivará sumisión, actitud pusilánime o irritabilidad e impotencia al ver a su madre o padre proceder tontamente.
Un caballero llamado Manuel me contaba como su esposa lo vivía echando de casa porque es agresiva y conflictiva. Él trabaja todo el día como chofer en una empresa de transportes interprovincial y con dos hijos varones pequeños, siempre ha creído que sus hijos necesitan figura de familia. Sin embargo sus pequeños han visto como su inestable madre, le ha puesto en bolsas de basura sus cosas y se los ha lanzado a la calle o metido a su camioneta.
Y un buen día, fue llamado del colegio por parte de la docente principal, quien le dijo que su hijo mayor no se concentra, es retraído y ha contado que quiere vivir con su abuela porque su madre es agresiva y le tiene miedo. En el colegio le indicaron que su esposa siga tratamiento de salud mental y pese a tomarlo en hospitales, la madre de sus hijos se niega en aceptar muchos errores y la historia va peor. Manuel era de los hombres que decía: mi familia, mi familia y un doctor de un hospital le dijo: “que familia Sr, ud no la tiene, ud vive en campo minado y sus hijos viven con una señora que no sabe ser madre”.
Este drama lo viven también mujeres con varones agresivos, machistas y estratégicos para maltratar, siendo lo peor que puede ocurrir, que más adelante los hijos imiten a este tipo de progenitor, en sus antivalores, en sus bajezas y en su necedad.
Hace poco una paciente de 28 años pensaba que su madre era culpable de todo la guerra de peleas con su padre en casa. Atendí a sus padres por separado y pude detectar que su progenitor era un maltratador pasivo consciente de su esposa y tenía doble personalidad: Una frente a sus hijos y otra con su esposa. Sugerí un cambio de actitud a la madre y el resto fueron días, su padre sacó a relucir toda la ira y manipulación que hacía pasar a su aún esposa delante de sus hijos. Las chicas dejaron de formar bando con su padre, escucharon a su madre y después de esperar que su padre dejará a su madre tras 9 años pidiéndoselo, este por fin accedió cuando las chicas les dijeron que habían juntado dinero para mudarse con su madre porque estaban hartas de verla infeliz.
El padre de estas chicas buscó castigar a su esposa para desfogar todo el daño y agresividad que vivió con su madre en la infancia. No sanada su herida, buscó humillar a su esposa cada día y fingir ser el padre perfecto frente a sus hijas y cuando atendí a este señor, le hice preguntas muy específicas y dirigidas a develar lo que notaba con solo mirarlo, el caballero tartamudeó, enfureció primero y tras suspiros, exhalaciones y tensión terminó por reconocer cabeza gacha que tenía un profundo odio y rencor contra la madre de sus hijas porque su madre le había metido en la cabeza que era una mala mujer y porque su machismo era alto. No quería separarse por vengarse de ella, por castigarla y porque no soportaría la idea de que ella tuviese una nueva pareja algún día.
Y como este caso, les digo a los progenitores que recuerden que con el tiempo sus hijos no solo crecerán sino que necesitan ser independientes, crecer con éxito hacia sus metas y sueños. Y para lograrlo necesitan paz, excelente comunicación, honestidad y no escenarios de guerra cotidiana ni hipocresías o teatros de los cuales terminan hablando con sus amigos en la playa por ejemplo.
Relatos como “Mi mamá es rayada, solo gritonea a mi papá que es un tonto y creo que se han sacado la vuelta los dos, pero prefiero no estar en casa que oírlos gritar” o “Mi viejo se gasta la plata con mujeres y amigos, pero mi mamá no quiere progresar y está con mi papá por interés” son algunos de los comentarios que los hijos se hacen entre amigos.
Siempre será traumático que los hijos vivan escenarios de agresividad pasiva y maltrato psicológico o violencia física entre sus padres. El cerebro almacena tonos de voz, situaciones específicas, trozos de recuerdo que con el tiempo generan en estos hijos ansiedad, depresión, irritabilidad, problemas de concentración y sobre todo, dolor inmerecido.
Amar es una decisión, una relación sana de pareja depende de la admiración mutua, del esfuerzo mutuo, de valores afines y sobre todo de humildad para reconocer errores mutuos. Y es importante luchar por una relación como enseña el creador, pero llega un momento en que si dicha relación daña por dentro, roba la paz, motivación y sentido del crecer en todas las aristas, se convierte en una esclavitud, en masoquismo y toca con madurez hablarlo y ser honestos sin ira y sin odio.
Nadie que se casa desearía romper su relación, pero no siempre las cosas salen como se espera y el amor que no se cultiva mutuamente muere, y lástima, compasión, prejuicios, interés, no harán crecer nada sino existe empatía ya o se devela que la pareja sencillamente no es maduro (a) para afrontar un matrimonio, así se tenga un hijo o varios.
Los hijos más felices siempre serán aquellos que vean a sus padres felices, realizados, así no estén juntos porque aprenderán a renovarse, a reponerse de las pruebas de fe del camino y a mirar la existencia como una serie de experiencias para pulir el interior.
Termino este post con una frase que me dijo un chico lindo de 14 años: “Mi mamá está más bonita desde que ya no vive con mi papá, está contenta, ya no grita, ya no llora, ha vuelto a tocar la guitarra y charla más conmigo, iremos de viaje con mis primos y ya no me habla mal de mi papá”. Prueba de lo que digo: Un hijo feliz es aquel que ve a sus padres felices en esencia, juntos o cada quien con su camino, pero con ganas de emprender sueños, retos y sobre todo, conectados con su rol de progenitor en madurez.
Espero los haga reflexionar y recuerden que son humanos y los hijos también. Por tanto, mutuamente deben conocer sus esencias y no es sano repetir los errores ante ellos, ser lo que no son y no sienten.
En el campo de las sanaciones, existen poderosas fuentes de energía para lograrlo: la fervorosa oración, el contacto con la naturaleza mágica, los aromas especiales que son elixir del cielo, la música que son notas específicas envían luz a los chakras y las manos sanadoras (don del cielo de algunas personas). Por ello, les regalo esta canción que combina oración fervorosa cantada, sonidos especiales y buenas intenciones para quien porque Dios lo decida visite Zéfiro. Espero les agrade y acompañe.
Llega febrero gente, mes de los locos decía mi abuela, mes de carnavales (Cuidado con esas personas que lanzan globos y agua en las calles y exponen a inocentes al peligro), mes de las letras y mes para la sanación. Y para el marketing, mes del amor y consumismo. Así que a prepararse para sus días, a sacarle provecho a la vida, a los sueños, metas y sobre todo, a conectarse más que nunca con el creador.
Que tengan una bella semana, chispitas de luz para sus proyectos y ángeles para el camino
Manjari (Bendiciones)